En el año 1712, Suecia incluyó el 30 de febrero en su calendario por primera y última vez en la historia de la humanidad.
El calendario Juliano, muy parecido al que usamos en la actualidad, fue impuesto por el emperador Julio César hace casi 2,000 años. En este calendario, se alternaron los doce meses con 30 y 31 días, solo que comenzaba en el mes de marzo por coincidir con el principio de la primavera. En esta época se impuso también el año bisiesto para sincronizar el calendario de 365 días.
Años más tarde, en 1582 el Papa Gregorio XIII creo lo que hoy conocemos como el calendario Gregoriano y es el que usamos en la actualidad, aunque no todos lo adoptaron al mismo tiempo. Para adoptar el calendario Gregoriano, a partir de 1700 Suecia decidió omitir un día de cada año hasta llegar a 1710. Sin embargo, el plan fracasó ya que en 1700 se quitó un día, pero el resto de los años no debido al inicio de la Gran Guerra del Norte. El emperador Carlos XII ordenó que en 1712 (año bisiesto) se añadiera un día adicional al 29 de febrero, creando así el 30 de febrero por única vez en la historia.