Nadie sabe cómo, pero de haber servido como decoración de una de las naves de Calígula, un mosaico llegó hasta Nueva York para ser utilizado como simple mesita para el café por casi 50 años.
El descubrimiento que reveló el verdadero valor (histórico y artístico) del bloque fue hecho por Dario del Bufalo, un italiano experto en el uso antiguo del mármol y la piedra. En 2013, Del Bufalo se encontraba dando conferencias y firmas de su libro Porphyry que habla del uso que emperadores romanos daban a la roca de color púrpura rojiza. En este libro se aborda la desaparición de un preciado mosaico que alguna vez sirvió para decorar los pisos de uno de los barcos en que viajaba el emperador Calígula.
Entre la gente presente en la firma del libro Porphyry, Del Bufalo notó que una pareja se sorprendió al ver la foto del legendario mosaico. ‘Oh, Helen, mira, ese es tu mosaico’.
De acuerdo con Helen Fioratti, la pieza llegó hasta Nueva York luego de un viaje que realizó a Italia en 1960. Ahí, con su esposo, compró el mosaico a una familia. “Fue una compra inocente”, dijo Fioratti al Times. “Era nuestra cosa favorita y la tuvimos durante 45 años”.