Destacado por la monumentalidad de los rasgos plásticos y su lenguaje expresivo y por documentar el cambio político y social de la época. Su estilo propio y crítico lo han convertido en un artista universal.
Nacido en Zapotlán el Grande (ahora Ciudad Guzmán) el 23 de noviembre de 1883, pasó sus primeros años en Guadalajara y después en la Ciudad de México. La casualidad hizo que cerca de su casa hubiera una imprenta que trabajaba con los grabados de José Guadalupe Posada. Fue así como comenzó a interesarse por la pintura.
El movimiento muralista mexicano llenó de monumentales obras el país con una tendencia nacionalista, didáctica y popular que perseguía poner en práctica el “arte de la calle” que defendían y poniéndolo al servicio de una ideología de izquierdas.
Si bien sus tonos nunca fueron tan coloristas como los de sus compañeros, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, con quienes recibió el apodo de “Los Tres Grandes”, sus grises y negros siempre tuvieron el rojo como color impactante, eligiendo un personaje central que divide la acción, al igual que las líneas diagonales que marcan el movimiento en algunas de sus obras.
Murió el 7 de septiembre de 1949 en la Ciudad de México, mientras trabajaba en los primeros trazos de un mural. Su aportación a la pintura nacional mexicana y la importancia de su figura artística llevaron al presidente Miguel Alemán a ordenar que sus restos recibieran sepultura en la Rotonda de las Personas Ilustres.