Los antiguos griegos lo llamaban “eudaimonía”, traducido comúnmente como felicidad, bienestar o vida buena. En inglés se llama “happiness”, palabra que procede del verbo “hap”: tener suerte. En francés se refieren a ella como “bonheur”, vocablo resultante de la unión de “bon” (bueno) y “heur” (suerte). En italiano, portugués y español se la conoce respectivamente como “felicità”, “felicidade” y “felicidad”, voces todas ellas procedentes del latín “felix”, afortunado.
Desde hace 400.000 años la felicidad es lo más buscado, lo más ansiado. Los psicólogos evolucionistas aseguran que es precisamente esa búsqueda de felicidad lo que nos ha permitido sobrevivir como especie durante todo este tiempo, concediéndonos una ventaja adaptativa respecto al resto de seres vivos.
Pero ¿cómo se consigue la felicidad? La filosofía, nunca se ha dedicado específicamente a tratar de determinar en qué consiste ser feliz, un concepto difícil e incluso impenetrable. Sin embargo, si da por sentado que su búsqueda es el objetivo final del ser humano.
Victoria Camps, filósofa, catedrática emérita de Filosofía de la Universitat Autònoma de Barcelona y miembro permanente del Consejo de Estado, analiza en su libro “La búsqueda de la felicidad” (Arpa, 2019), las principales reflexiones y aportaciones de numerosos filósofos alrededor de ese concepto.
Aristóteles fue el primer filósofo en analizar la felicidad. Estaba convencido de que obrar bien, llevar una vida virtuosa y ética, era condición imprescindible para ser feliz. ¿Significa eso que los corruptos, los viciosos o los libertinos no pueden ser felices? Calicles, un sofista que aparece en un diálogo de Platón titulado Gorgias defiende con vehemencia que, en realidad, nadie quiere ser ético y virtuoso y que, si lo es, es porque no le queda otro remedio, porque se impone el poder coercitivo de la ley o, simplemente, el miedo a ir contracorriente.
También fueron filósofos griegos los que postularon que la felicidad se conseguía viviendo una vida simple y acorde con la naturaleza. Cuando Alejandro Magno se topó con Diógenes de Sinope, famoso filósofo de la escuela cínica que rechazaba los bienes materiales, y le vio desnudo y tumbado a orillas de un río, le propuso: “Pídeme cualquier cosa y te lo concederé “. A lo que Diógenes, le contestó: “Lo único que quiero es que te apartes, me tapas el sol”.
Dos acotaciones a la filosofía La primera: considera que el bien colectivo está por encima del bien individual, que “el todo es más que la suma de las partes”, como decía Aristóteles. Y la segunda: su concepto de felicidad se limitaba a los hombres libres, a quienes se dedicaban a la vida pública. Ni las mujeres ni los esclavos tenían por tanto acceso a la felicidad.
Fuente: Elmundo.es