De forma rectangular con coloridos motivos geométricos y fabricado por las hábiles manos de artesanos, el sarape es considerado como uno de los elementos más representativos de México. En su larga historia se ha convertido en un objeto codiciado por los visitantes. Su sensibilidad y maestría en el hilado, tejido, diseño y color lo convirtieron en legado y testimonio de nuestro país.
Se desconoce el lugar y las circunstancias precisas en las que fueron por primera vez tejidos. Lo que sí se sabe es que cada mes de septiembre a partir del siglo XVII, se realizaba una gran feria anual para honrar a San Mateo y que mucha gente acudía a Saltillo a comprar sarapes finos. Así creció su fama y le quedó el nombre de “Saltillo” al sarape. Durante el período colonial los más importantes centros productores de textiles de lana y de lana con algodón fueron Puebla, Texcoco, Querétaro, San Miguel de Allende y Tlaxcala.
Este textil es de forma rectangular, generalmente tejido en dos lienzos unidos por el centro. Sus medidas aproximadas son 1.20 m de ancho por 2.40 m de largo; puede tener o no una bocamanga o apertura, para ser usado como poncho o colocado sobre los hombros, con el diseño central a la espalda.
El diseño regularmente cuenta con un elemento central (diamante o medallón) que abarca el área entre la espalda y el pecho, un marco de 5 a 10 cm alrededor del tejido en colores y diseños afines al motivo central, con un fondo contrastado con pequeños diseños repetidos. Los más antiguos tienen un fondo parecido a un mosaico con bandas verticales. También pueden tener pequeños motivos diagonales o en forma de chispas.